Hola!!
Hoy comparto esta entrada desde un lugar de intimidad, con la intención de transmitir que el autocuidado también implica elegir productos con la certeza de que lo que contienen es saludable.
Además de ser una persona PAS, tengo alergia a algunos compuestos presentes en productos de limpieza, higiene y cosmética. En consecuencia, soy sensible a los derivados químicos de todos estos compuestos. Es decir, la mayoría de los productos de uso cotidiano yo no puedo utilizarlos, porque proceden de la industrialización de sustancias que me resultan dañinas.
Esto incluye los químicos invisibles que nos rodean y nos atraviesan, con efectos que impactan a todos los seres que habitamos el planeta, aunque no siempre los percibamos.
A partir de este diagnóstico comencé a tomar conciencia de la cantidad de ingredientes que contienen los productos que usamos y de los cuales muchas veces desconocemos sus consecuencias. Lo lógico sería pensar que el sistema no permitiría el uso de sustancias que puedan causar enfermedad, pero la realidad es que esa protección no existe.
Esta fue, de hecho, la causa principal por la que comencé a formarme en fitoaromaterapia, ya que hace años era prácticamente imposible encontrar productos comerciales que no contuviesen los químicos que me producen alergia.
Este camino de conocimiento me ha brindado la oportunidad de conocer profundamente las propiedades y usos medicinales de las plantas, no solo desde lo físico, sino también desde lo emocional y lo energético.
A través de la fitoaromaterapia aprendí que la naturaleza ofrece recursos poderosos y respetuosos para acompañar nuestros procesos de cuidado y bienestar.
Aunque yo detecto y sufro de manera intensa los efectos de los tóxicos, la verdad es que todas las personas estamos expuestas. Muchas sustancias químicas presentes en plásticos, cosméticos, productos de limpieza o textiles pueden alterar nuestro equilibrio hormonal, metabólico y general, incluso sin que lo notemos.
La evidencia científica lo demuestra cada día con más fuerza: es un problema que afecta a toda la vida del planeta. El catedrático Nicolás Olea, de la Universidad de Granada, ha investigado ampliamente el impacto de los disruptores endocrinos y otras sustancias químicas presentes en nuestro entorno cotidiano. Sus estudios muestran que estos compuestos están presentes en todos los tejidos humanos y pueden contribuir a problemas de salud como enfermedades metabólicas, alteraciones hormonales e incluso ciertos tipos de cáncer.
Actualmente existe abundante divulgación científica que sensibiliza sobre los efectos de los tóxicos ambientales y la contaminación, señalando que muchos de los problemas que parecen “invisibles” afectan a toda la población. La exposición acumulativa a químicos como el bisfenol A, los pesticidas o los parabenos tiene consecuencias silenciosas pero reales, y la mayoría de las personas no toma precauciones simplemente por desconocimiento.
La sensibilidad química es, en realidad, un reflejo amplificado de una realidad colectiva. No podemos responsabilizar a las personas que la padecen de su fisiología, porque este es un problema que trasciende lo individual: es un asunto de salud global y planetaria.
Los gobiernos deberían asumir esta responsabilidad y promover la divulgación y sensibilización sobre los perjuicios de estar en contacto con estas sustancias, ya que existe evidencia científica más que suficiente.
Mi experiencia personal con olores fuertes, ambientadores y productos químicos es más intensa que la de la mayoría, pero lo que percibo no es una excepción: todas las personas compartimos un entorno químico que puede afectar nuestra salud. Mi vivencia sirve como espejo de una realidad más amplia, donde aprender a cuidarse se vuelve imprescindible.
Estar informadas, es la mejor forma de cuidarse y cuidar. Así podremos elegir desde el conocimiento y la conciencia.
Compartir la información y nuestras experiencias a familiares y amistades fomenta la sensibilización.
Si bien los tóxicos afectan a tod@s, nuestra mirada, atención y cuidado pueden marcar la diferencia: crear espacios más saludables, conscientes y respetuosos con nuestros cuerpos es un acto de amor y de prevención. De este modo, abriremos caminos para que más personas se sientan vistas, comprendidas y acompañadas.
Atender a nuestra sensibilidad nos conecta con la vida y nos enseña a vivir de manera más plena y respetuosa.
Gracias por estar ahí y acompañarme con tu mirada.
Alquimizada.
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