Vivir con alta sensibilidad cuando lo cotidiano se intensifica

Publicado el 29 de agosto de 2025, 18:25

Hoy quiero compartir algo muy personal sobre lo que significa vivir con alta sensibilidad y cómo se refleja en la vida cotidiana.

Hace poco, mi pareja y yo organizamos unas vacaciones con mucha ilusión. Buscábamos un lugar sencillo para desconectar, respirar naturaleza y recargar energía antes de volver a la rutina de septiembre. Para mí, la naturaleza siempre ha sido refugio: me regula, me devuelve a mi esencia y me sostiene cuando siento que el día a día me sobrepasa.

Sin embargo, lo que parecía un viaje tranquilo se convirtió en un aprendizaje profundo sobre lo que significa convivir con un procesamiento sensorial diferente.

Primero, los incendios en la zona de Jarilla (siento de corazón esta pérdida) llenaron el aire de contaminación, y respirar profundamente se volvió doloroso. Tuvimos que improvisar y cambiar de destino, rumbo a la Sierra de Cazorla. Al llegar allí nos encontramos con que el alojamiento recién pintado y los hoteles alternativos, saturados de ambientadores, eran imposibles para mí. Mi cuerpo reaccionó con urticaria, mareos, dolor de garganta y agotamiento. Lo que para otros puede ser un detalle, para mí se convierte en una barrera real.

En medio del cansancio y la frustración, mi pareja —que acompaña y comprende mi forma de ser y estar— me dijo algo que me marcó: “Si tú no estás bien, yo tampoco voy a estar bien.” Esa frase me devolvió calma y confianza, porque además de sentirme mal por lo que íbamos encontrando, también me preocupaba su descanso y bienestar. Seguimos buscando, sin rumbo fijo, hasta que apareció un pequeño regalo: una cabaña de madera en medio del bosque, rodeada de enebros y pinos. Allí, por fin, todo encajó.

El silencio, la luz natural, el aire puro y la presencia viva de la naturaleza me envolvieron. Sentí cómo mi cuerpo descansaba y mi alma se expandía. La alta sensibilidad tiene eso: que lo difícil se vive con intensidad, pero también lo bello. Cada olor, cada sonido, cada rayo de sol entre los árboles se transforma en una experiencia profunda.

Aunque hay desafíos y momentos difíciles, también existe un lado luminoso: la posibilidad de conectar con lo esencial, con lo sutil, con aquello que nos recuerda que estamos vivos. Y cuando logramos habitar esos instantes, lo que surge de manera natural es el agradecimiento.

La alta sensibilidad, sin embargo, se expresa de muchas formas. Una de ellas es la sensibilidad química, que atraviesa la vida cotidiana de maneras que pocas veces se nombran. De ello quiero hablarte en el próximo post.

 

Gracias por estar aquí y acompañarme con tu mirada.

 

Alquimizada.

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